El motín de 1874

Publicado por: Redacción EFEverde 2 de marzo, 2015

Si el incendio de 1755 fue el hecho más grave sucedido en el interior de las minas en toda su historia, en las instalaciones exteriores, los Cercos Mineros, lo fue sin duda el motín de 1874. Supuso la muerte de seis personas, la prisión para otras trece y el despido de siete trabajadores. Con respecto a la organización de las minas desapareció la Dirección Facultativa, volviéndose a rescatar la figura del superintendente, relegando a un segundo plano a los técnicos y manchó durante muchos años la imagen de los mineros de Almadén.

Sobre las 10 y media del día 4 de julio de 1874 se realizaba la subasta mensual de los trabajos de excavación en el Cerco de la mina del Pozo con la presencia de numerosos destajeros. Se procedía a la lectura del pliego de condiciones cuando las voces de los trabajadores provocaron la suspensión del acto, las condiciones económicas para los trabajos se habían endurecido. Dos de los trabajadores accedieron a la oficina para hablar con D Isidro Buceta, ingeniero de minas, quien presidía la subasta. Le solicitaban que realizara la subasta conforme a las condiciones anteriores cuando un grupo de obreros invadió la oficina, destruyendo cuanto encontraron a su paso, rompiendo documentos y arrojando objetos a los presentes. Uno de los asaltantes, navaja en mano, hirió por detrás al sr Buceta en el hombro estando aún sentado e inmediatamente, le clavó varias veces la navaja en el vientre. Se trasladó el herido a su casa donde murió a las pocas horas. El grupo se trasladó entonces al cercano Cerco de Buitrones, o de los hornos, buscando a D José Monasterio, Comisionado del gobierno en las minas y director facultativo de las mismas. Accedieron al Cerco sin problemas y tras cercarle en los hornos lo atacaron sin piedad profiriéndole varias pedradas, dos puñaladas en la espalda y alcanzándolo con cinco impactos de bala. Auxiliado allí, murió durante su traslado.

El juzgado de primera instancia de Almadén se personó inmediatamente en el Cerco de Buitrones y el alcalde, D. Cándido Español, hizo lo propio en el Cerco del Pozo para asistir a las víctimas y realizar las primeras pesquisas. Contrariamente a lo que se podría pensar no se produjo ninguna alteración más en el orden público, ni en aquellos lugares, ni en ningún otro lugar de la población.

Terminados los trámites forenses los cadáveres se trasladaron a Tembleque, donde los recibió el día 9 la Comisión oficial que los trasladó a Madrid. El día 10 tuvieron lugar los funerales y se enterró el sr Monasterio en el cementerio de la sacramental de San Isidro, pues era natural de Madrid y al sr Buceta se le trasladó a Pontevedra, de donde era natural. El gobierno concedió pensiones vitalicias de 1.500 pesetas a doña Josefa Herrera Dávila, viuda de Monasterio y a los padres del sr Buceta, al ser el mismo soltero.

(Continuará)

Redacción EFEverde

Un equipo de periodistas especializados en periodismo e información ambiental de la Agencia EFE.

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